lunes, 20 de octubre de 2008

Ética para el capitalismo

Ética para el capitalismo
Julio Mariñez

Para evitar que el capitalismo nos coloque en una situación de guerra de supervivencia hay que imponerle un sentido ético que no entienden los manejadores financieros. Lo importante, y es la lección que debemos obtener de la situación que vivimos, es que el capitalismo para que sea rentable para la humanidad, debe ser social, adaptarse a las necesidades de la colectividad, tener correspondencia con el sentido ético que se debe tener en los asuntos públicos y el capitalismo, como motor económico de la historia, debe tener ese elemento ético que le impregna la doctrina socialdemócrata.

Veamos rápidamente algunas crisis que han hecho historia. La primera famosa fue la Crisis de los Tulipanes. Estos llegaron a Europa Occidental a finales del siglo XVI, y tras verse afectadas por un virus, empezaron a surgir una gran variedad de colores, más agradable, lo que provocó un creciente interés por ellos. La fiebre por los tulipanes en Holanda llevó a que tres bulbos costaran lo mismo que una casa en Amsterdam. En 1637 no se vendió una colección exclusivísima de tulipanes, lo que extendió la desconfianza y el desplome de los precios.

En 1720 los inversionistas sobrevaloraron el negocio de ultramar. Aprovechando la Guerra de Sucesión española, la Compañía de los Mares de Sur obtuvo los derechos para el comercio con la América del Sur. Sus acciones pasaron de 128 libras en enero a 1.000 en agosto. Acto seguido, en 1720, se desplomó, gracias al deterioro de las relaciones entre España y la Gran Bretaña.
En 1929 fue el Viernes Negro. El Dow Jones se desplomó un 11% el 18 de octubre y el mundo entró en recesión económica por aproximadamente tres años. En 1973, tras de la Guerra del Yom Kippur en Medio Oriente, vino el embargo petrolero que significó una crisis que algunos consideran peor que la de 1929.

En 1997 los Tigres asiáticos: Tailandia, Malasia, Corea del Sur y Hong Kong; abandonan su vinculación con el dólar. Los mercados se desploman con caídas que se extienden a Japón, Europa y Estados Unidos. A esto se le une el desplome del rublo en 1998, trastocando la economía ya golpeada y colocando a Rusia en situación de solicitar la ayuda del FMI.

Finalizando el siglo, las compañías de internet, las llamadas punto com, crearon una sobrevaloración que provocó la salida masiva de dinero de la renta variable y generó un mercado bajista que duró tres años. A esto se le unió el atentado contra las Torres Gemelas el año 2001, quedando perpleja la economía mundial.

La actual crisis de impagos en hipotecas viene rodando desde el año 2007. Ya los gobiernos y bancos centrales han apurado el recetario para atacar el mal. Esta crisis ha revelado la falta de ética en el manejo del capital mundial que, a final de cuenta, pertenece a todo el mundo ya que las consecuencias del mal manejo significan pobreza y hambruna para muchos inocentes.

Ese código de ética del capitalismo debe ser redactado e impuesto con absoluta decisión. Se coloca de bulto la necesidad de gobiernos que impongan medidas para liquidar el capitalismo salvaje y evitar que unos ambiciosos desaforados lleven a la humanidad a una crisis que la exponga a una guerra de supervivencia digna del cine de ficción.


Publicado en El Listín Diario, 19/10/2008

domingo, 12 de octubre de 2008

Lula: El paradigma ideológico

Lula: El paradigma ideológico
Julio Mariñez
Latinoamérica se debate entre dos manifestaciones políticas llamadas por razones didácticas de izquierda: la una, de montonera, ausente ante la iniciativa racional en los planes de desarrollo, y apegada a los dogmas de la década de los sesenta del siglo pasado, que llevaron entonces, al fracaso el experimento foquista; la otra confiada en las fuerzas reales de sus naciones, aplicando recetas situacionales, inteligentes en un mundo globalizado y de alta competencia, confiando en sus recursos humanos, invirtiendo en sus potencialidades y fortaleciendo la participación para obtener provecho en el complejo ajedrez de la economía y la política del siglo XXI. Lula es expresión de esta manera de hacer política con sentido social, en beneficio de su país, propendiendo que la riqueza sea la base económica para lograr una justicia social y una distribución equitativa del patrimonio público, actuando como un buen padre de familia.

En la región, el siglo XXI se ha iniciado con una fuerte apuesta por la democracia, al menos todavía a nivel retórico. Todos los países, a excepción de Cuba, han ratificado su vocación democrática suscribiendo tratados como la Carta Democrática Interamericana, los cuales reafirman el soporte legal de una vieja aspiración continental de sustentar la visión republicana con formas políticas en las cuales se respeten los Derechos Humanos y se trabaje en función de validar en el tiempo, los viejos principios de “libertad, igualdad y fraternidad”.

La República Federativa de Brasil es un buen ejemplo de ello y especialmente el Brasil de hoy, liderado por Lula da Silva, que en este mundo de alta competencia ha logrado consolidarse como la más grande democracia, pero también, la más grande economía de Latinoamérica. Lula ha sabido transitar con éxito el escabroso camino de las contradicciones internas producto de aspiraciones populares relegadas por décadas, al tiempo que levanta las banderas reivindicativas de las economías emergente en la Organización Mundial de Comercio. Nadie puede negar la postura de izquierda del Presidente de Brasil, manteniendo una sólida alianza en lo político con países gobernados por partidos de la corriente de la socialdemocracia, como España, al tiempo que logra armonizar su actuación entre el emotivo discurso guerrerista de los dirigentes de Venezuela o Nicaragua, y el polo de atracción que, aunque con algunas suspicacias, significa Washington. La economía brasileña crece a un sostenido 5% interanual, sin descuidar sectores de vital importancia como la agricultura. Sus exportaciones a los EEUU alcanzan el 2.5% del PNB, siendo en nada dependiente de la potencia del norte. Un dato de interés es que el número de brasileños cuya fortuna exceden al millón de dólares creció en un 19% el año pasado. Mientras que la política de microcréditos y otros beneficios sociales atendió a 45 millones de personas. Pero lo más grande, es que dicha ayuda no está condicionada a filiación política.

Brasil es permanente invitado al Grupo de los 8 y se plantea ser miembro permanente del Consejo de Seguridad en la reforma planteada en la ONU. Esa izquierda desarrollista serena y leal, de Lula, da frutos en beneficio de la población; mientras la otra izquierda es constantemente denunciada en los organismos internacionales por violación de los Derechos Humanos y políticos poniendo entredicho la vocación democrática de sus dirigentes. El nuevo proceso político de Brasil anuncia, en hora buena, la primicia y el perfil de un socialismo democrático propio, para Latinoamérica.



Publicado en El Listín Diario, 11/10/2008