sábado, 20 de diciembre de 2008

¿Invertir en un escenario de inseguridad jurídica?

¿Invertir en un escenario de inseguridad jurídica?
Julio Mariñez Rosario
A simple vista, una diferencia que aparece de bulto entre los países que progresan en la América Latina y los que están rezagados o inclusive estancados, es la seguridad jurídica. Nadie invierte sin estar seguro que algún gobernante de turno, en una suerte de rapto de megalomanía populista y acompañado de poderes subordinados a la voluntad del autócrata al frente del timón del estado, decide hacerse del esfuerzo e inversión, bien habidos, de terceros para hacer propaganda politiquera.
No es por casualidad que Chile, Brasil y México han tomado la delantera en la justa por alcanzar el desarrollo en esta parte del mundo. Colombia, a pesar del endémico estado de guerra civil, está allí, en la lista de los que más progresan. De su lado, si usted tiene unos cuartos, ¿invertiría en Nicaragua, Bolivia, Ecuador o Venezuela? De seguro que no. En cualquier momento el proceso revolucionario decide que el producto de tú trabajo es para fortalecer la rebeldía de un gobierno que hace manifestaciones en contra de la burguesía y el imperialismo con las propiedades ajenas, no con la de ellos. ¿Cuál ha sido el progreso del mundo, a partir de este modelo de gobernar que cohibió la iniciativa personal y los derechos humanos, durante mas de 90 años? Afortunadamente en la República Dominicana el locuaz y versátil presidente Leonel Fernández, ha tomado el sendero de tomarse fotografías con Hugo Chávez y visitar a Disney Word. Bipolaridad entendible. Pero sus funcionarios parecen que no han tomado las señas correctas.
Por ejemplo, el vicepresidente ejecutivo de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales, Radhamés Segura, acusa al sector privado de la crisis del sector por la falta de inversión ¿?. Frente a este desaguisado, el coordinador de la Comisión Eléctrica de la Asociación de Empresas Industriales de Herrera (AEIH). Ernesto Vilalta, señala, con claridad que no deja lugar a dudas, que el impedimento para que el sector privado invierta en empresas de generación es la falta de confianza en el mercado eléctrico, textualmente dijo: “como se demostró en el pasado reciente, la CDEEE y las distribuidoras de energía carecen de suficiente garantía para el pago del consumo de la energía que demandan. En esas condiciones, quien invierta en el sector eléctrico o está loco y se deja engañar”. Más claro no canta un gallo.
Pero Vilalta, denuncia el “secuestro” en que se hallan las instituciones del sector “por parte de políticos desaprensivos que las utilizan para su propio provecho con fines clientelistas y populistas.” Eso es inseguridad jurídica.
Esta es la realidad que nos atormenta. De un lado el gobierno que actúa sobre la base de un programa que tiene un solo norte en el poder; perpetuarse y del otro, unas formaciones políticas que hacen el juego en la componenda oscura que los falsos demócratas, con mascaras, tratan de imponer, en nombre del neoliberalismo.
Frente a esta realidad, la única organización con raigambre popular, matríz de la democracia en RD, que se enfrenta a luchar hasta el final, es el PRD. Partido que ha cometido graves errores, que ha hecho también, sus actos de constricción, pero que sigue siendo, la alternativa institucional y la esperanza de las grandes mayorías del pueblo dominicano, por tener un liderazgo positivo y plural identificado con los intereses de la nación y con claridad doctrinaria en el campo del socialismo democrático; aunque algunos grupos, ya disminuidos, intentan desviarlo con una agresión mediática, obnubilados por el fantasma de los petrodólares e ignorando, el nuevo rumbo, del mundo actual.

Publicado en el Listín Diario, 20/12/2008

jueves, 11 de diciembre de 2008

Gobiernos sordos y mudos... sólo para algunas cosas

Gobiernos sordos y mudos... sólo para algunas cosas
Julio Mariñez
Se impone un nuevo estilo en la forma de conducir los gobiernos en América Latina, al menos en su obligatoria comunicación con la sociedad: el no informar o evadir temas incómodos.
Tradicionalmente los gobernantes se comunicaban con el pueblo a través de los medios de comunicación. Estos cuestionaban sobre todos los temas, especialmente los más conflictivos, que son los que más audiencia o lectores atraen. Eso es parte de las reglas establecidas en la sociedad de la comunicación a lo que los elementos pasivos de la misma: lectores, televidentes, radioescuchas o internautas, nos hemos acostumbrado; aunque hay signos cada día más fuertes de un sistema interactivo que tenga más en cuenta al usuario de estos medios. Pero ese no es el tema del artículo.
Vemos cómo en las asambleas de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) se denuncia cada vez más a los gobiernos por intentar imponer la agenda informativa, en los casos más democráticos; o de conculcar el derecho ciudadano de tener variedad de opiniones sobre un tema utilizando el amplio espectro de fuentes de información. Sencillamente los gobiernos omiten opinión o buscan cerrar canales de televisión, emisoras de radio, asfixiarlas con el presupuesto publicitario, controlar el suministro de papel o de divisas en aquellos países donde hay control de cambio y otro tanto mas de mordazas, traducidas en censuras. Es el caso de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y otros de América Latina.
El gobierno dominicano, de su parte, tiene sus métodos. Ha hecho presión para que algunos medios se autocensuren o despidan a periodistas y directivos. Ha comprado espacios pagando silencio, alienando voluntades, en fin, cualquier cosa con tal de imponer un discurso acritíco, a favor de su voluntad reeleccionista continuista.
El caso de la matanza de Paya es un ejemplo singular. Un hecho tan notorio y grave es sencillamente obviado por el presidente Leonel Fernández. Pero tampoco habla de la corrupción que carcome los cimientos de la nación y es permitida en el gobierno, lo que la hace digerible para un reducido grupo cómplice de la sociedad. En la lógica del pillo: si el gobierno no la combate o la permite, por qué yo no lo voy hacer. No informa de manera convincente, lo que sucede con el sistema eléctrico nacional, ahora que el petróleo venezolano que está por debajo de los 35 dólares el barril, según anunció la prensa esta semana. Y sigue la crisis financiera del sector. No dice nada de tantos entuertos que trata de ocultar como el avestruz, que colocando la pequeña cabeza en un hoyo y dejando el voluminoso cuerpo a la intemperie, cree que nadie la ve ni se ocuparán de él. Hace falta probidad en el gobierno para bien de todos.
Cada día se hace más necesario medios de información fuerte e independiente de la presión oficial, una fiebre que parece extenderse por el Caribe. De allí que debamos exigir al gobierno que hable de los temas que le interesan al ciudadano y apoyar a los medios que contribuyen a informar veraz y oportunamente a la sociedad. Rechacemos la presión que genera la autocensura y fortalezcamos la cultura democrática y política.

Publicado en el Listín Diario, 10/12/2008

jueves, 4 de diciembre de 2008

Energía para el desarrollo

Energía para el desarrollo
Julio Mariñez


Conquistar el desarrollo económico y social del país es el sueño compartido de todo buen dominicano y para ello es necesario, de manera absoluta, adelantar una política de buen gobierno, como la de un buen padre de familia que se ocupa de atender a la misma.
Hablar de los apagones y del sistema eléctrico nacional, entrar en cifras y estadísticas, ha sido, es y será tema de innumerables escritos, bien sea en la prensa, libros o conferencias y entrevistas. Hemos escuchado argumentos en torno a las pérdidas técnicas y no técnicas, de subsidios y tarifas, de cobertura legal y acceso ilegal, de privatización y estatización; y de otros elementos propios de la industria que en boca de expertos y personajes interesados, colocan la data manipulándola como quien arrima la brasa a su sardina.
Lo cierto es que en República Dominicana tenemos un déficit de energía eléctrica que lacera la dignidad de los dominicanos y dominicanas. Que atenta contra las posibilidades de desarrollo económico y social de la nación. Que sabotea la calidad de vida, trunca sueños y esperanzas. Es una situación insostenible a la que el gobierno tiene que dar una respuesta seria y efectiva. Un país no puede vivir bajo el yugo de la oscuridad. Se requiere de energía continua y confiable para atender la educación. Las escuelas no pueden operar con fallas eléctricas. No puede haber educación nocturna si no pueden encender las luces. Los hospitales sufren las consecuencias de los cortes en el servicio. Hay que imaginarse las angustias de pacientes y familiares al tener una persona conectada a aparatos imprescindibles para la vida y recuperar la salud.
No hay asistencia alterna que ofrezca sosiego frente a tal eventualidad. En el campo de la producción la catástrofe es total. Nuestros productos se encarecen ya que el rubro es demasiado pesado en la contabilidad de costos. De allí que para ser competitivo, el empresario debe reducir gastos y usualmente lo hace con el personal, castigándolo con sueldos de hambre. Al meterle la lupa al tema, encontramos que la energía sorprende en su incidencia negativa inhabilitando al sector productivo como agente que pueda colocar sus productos en el exterior.
Sin energía no hay posibilidades de encontrar la senda del desarrollo seguro, confiable y sustentable. Es tiempo de buscar una solución al tema y esta no puede pasar por la óptica de una agrupación política. Debe ser producto de un acuerdo cuya base de sustentación sea lo suficientemente amplia para lograr el compromiso de los distintos sectores que tienen mucho que aportar a la solución del problema: empresarios, trabajadores, profesionales, usuarios, políticos. El gobierno tiene la palabra.
Sólo con una voluntad patriótica, de consenso y compromiso, lograremos alcanzar la respuesta satisfactoria, en tan delicada materia y, tras ese logro, emprender el camino que garantice a las dominicanas y dominicanos un futuro prometedor. Busquemos pues, entre todos, con la seriedad de la circunstancia, la solución definitiva contra este flagelo que envuelve al pueblo dominicano en una crisis sin precedentes, comenzando el siglo XXI.
¿Será la estrategia de confrontación contra el sector Empresarial Nacional (Conep), desatada por los funcionarios de esa área del gobierno, la solución a la crisis eléctrica del pais? ¿Podría, frente a este cuadro dantesco, hablarse de competetividad internacional? ¡Ojo, la energía es la sangre de la economía!


Publicado en el Listín Diario, 04/12/2008