domingo, 12 de octubre de 2008

Lula: El paradigma ideológico

Lula: El paradigma ideológico
Julio Mariñez
Latinoamérica se debate entre dos manifestaciones políticas llamadas por razones didácticas de izquierda: la una, de montonera, ausente ante la iniciativa racional en los planes de desarrollo, y apegada a los dogmas de la década de los sesenta del siglo pasado, que llevaron entonces, al fracaso el experimento foquista; la otra confiada en las fuerzas reales de sus naciones, aplicando recetas situacionales, inteligentes en un mundo globalizado y de alta competencia, confiando en sus recursos humanos, invirtiendo en sus potencialidades y fortaleciendo la participación para obtener provecho en el complejo ajedrez de la economía y la política del siglo XXI. Lula es expresión de esta manera de hacer política con sentido social, en beneficio de su país, propendiendo que la riqueza sea la base económica para lograr una justicia social y una distribución equitativa del patrimonio público, actuando como un buen padre de familia.

En la región, el siglo XXI se ha iniciado con una fuerte apuesta por la democracia, al menos todavía a nivel retórico. Todos los países, a excepción de Cuba, han ratificado su vocación democrática suscribiendo tratados como la Carta Democrática Interamericana, los cuales reafirman el soporte legal de una vieja aspiración continental de sustentar la visión republicana con formas políticas en las cuales se respeten los Derechos Humanos y se trabaje en función de validar en el tiempo, los viejos principios de “libertad, igualdad y fraternidad”.

La República Federativa de Brasil es un buen ejemplo de ello y especialmente el Brasil de hoy, liderado por Lula da Silva, que en este mundo de alta competencia ha logrado consolidarse como la más grande democracia, pero también, la más grande economía de Latinoamérica. Lula ha sabido transitar con éxito el escabroso camino de las contradicciones internas producto de aspiraciones populares relegadas por décadas, al tiempo que levanta las banderas reivindicativas de las economías emergente en la Organización Mundial de Comercio. Nadie puede negar la postura de izquierda del Presidente de Brasil, manteniendo una sólida alianza en lo político con países gobernados por partidos de la corriente de la socialdemocracia, como España, al tiempo que logra armonizar su actuación entre el emotivo discurso guerrerista de los dirigentes de Venezuela o Nicaragua, y el polo de atracción que, aunque con algunas suspicacias, significa Washington. La economía brasileña crece a un sostenido 5% interanual, sin descuidar sectores de vital importancia como la agricultura. Sus exportaciones a los EEUU alcanzan el 2.5% del PNB, siendo en nada dependiente de la potencia del norte. Un dato de interés es que el número de brasileños cuya fortuna exceden al millón de dólares creció en un 19% el año pasado. Mientras que la política de microcréditos y otros beneficios sociales atendió a 45 millones de personas. Pero lo más grande, es que dicha ayuda no está condicionada a filiación política.

Brasil es permanente invitado al Grupo de los 8 y se plantea ser miembro permanente del Consejo de Seguridad en la reforma planteada en la ONU. Esa izquierda desarrollista serena y leal, de Lula, da frutos en beneficio de la población; mientras la otra izquierda es constantemente denunciada en los organismos internacionales por violación de los Derechos Humanos y políticos poniendo entredicho la vocación democrática de sus dirigentes. El nuevo proceso político de Brasil anuncia, en hora buena, la primicia y el perfil de un socialismo democrático propio, para Latinoamérica.



Publicado en El Listín Diario, 11/10/2008

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