lunes, 11 de mayo de 2009

El tema de la nacionalidad

El tema de la nacionalidad
Julio Mariñez Rosario
El desarrollo del Derecho en los países Hispanoamericanos se distingue, entre otros temas, por el de la nacionalidad. Allí nuestros juristas y legisladores han dictado cátedra en cuanto a reconocerle un sol y una patria a quienes nacen en nuestras latitudes.
La Constitución de Chile establece que son chilenos “los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los hijos de extranjeros transeúntes”. En el caso de “los naturales de Colombia, con una de dos condiciones: que el padre o la madre hayan sido naturales o nacionales colombianos o que, siendo hijos de extranjeros, alguno de sus padres estuviere domiciliado en la República en el momento del nacimiento”. Costa Rica: “El hijo de padres extranjeros nacido en Costa Rica que se legaliza como costarricense, por voluntad de cualquiera de sus progenitores mientras sea menor de edad, o por la propia hasta cumplir veinticinco años;… “Son panameños por nacimiento: Los nacidos en el territorio nacional...” dice la Carta Magna del Istmo. “Son mexicanos por nacimiento: Los que nazcan en territorio de la República, sea cual fuere la nacionalidad de los padres…”
La de Brasil, aún fuera del ámbito Hispanoamericano, dice así: son brasileños: “los nacidos en la República Federativa del Brasil, aunque de padres extranjeros, siempre que éstos no estén al servicio de su país”.
Las mayorías de las constituciones de América latina tienen un ordenamiento en la materia muy similar.
La Asamblea Revisora está reformando la Constitución de la República Dominicana. Uno de los temas importante es el de la nacionalidad y particularmente el de los hijos de haitianos nacidos en nuestro territorio. Existen todo un catalogo de principios referidos a los Derechos Humanos los cuales suscribimos como Estado soberano. Pero a la hora de discutir un tema puntual, prevalece en el criterio de algunos legisladores el compromiso con sus pasiones. El ser humano considerado, como nación cristiana, es igual. En términos morales, “desde el punto de vista de la bondad o malicia” tal como especifica el Diccionario de la Real Academia Española, no podemos rechazar extender la mano a quien lo necesita. Respetando estrictamente el alcance de las Constituciones de ambos países.
Quienes tenemos convicción socialdemócrata comulgamos con el principio de solidaridad. Nuestro pueblo ha tenido que emigrar en variadas circunstancias y siempre ha encontrado en tierra lejana un espacio amigo para desarrollar nuestra capacidad y supervivencia. No son pocos los hijos de dominicanos que dan lustre a países hermanos, como nacidos en esos territorios. Debemos pensar en eso a la hora de legislar, con sabiduría, humildad y dignidad hacia lo interno.
Existe un punto de equilibrio entre el ser y el deber ser. A ese punto de equilibrio no se puede llegar de espalda a los principios que han consolidado nuestra nacionalidad. Somos un país de hermanos, muchos llegados allende de los mares, otros más cerca. De allí que tomar decisiones ligeras por todo el pueblo dominicano, sin una consulta ámplia es un error político que la historia imputará a quienes hoy lo cometan.
La Asamblea Constituyente es el camino legítimo para modificar nuestra Carta Magna. La Asamblea Revisora es legal, mas no legitima. Muchos serán los gazapos y acusaciones, que recaerán sobre los asambleístas que forman parte de este cuerpo élite, que se abroga el derecho de decidir el futuro constitucional de nuestro país. El mal todavía puede evitarse. De lo contrario, ¡que Dios nos agarre confesados!

No hay comentarios.: