Julio Mariñez Rosario
Mucho se habla de incorporar la informática al ejercicio democrático. Se dialoga sobre cómo será la democracia del futuro, en el que cada persona tendrá acceso al voto electrónico y haremos realidad el ejercicio de la democracia directa. Hablamos y hablamos del tema sin detenernos unos instantes a meditar sobre el mismo. De sus ventajas, pero también de sus inconvenientes. No perdamos de vista que todo ejercicio de una práctica siempre tiene su bemol.
“En teoría, es verdad que simplemente apretando una tecla cada ciudadano puede dar a conocer su opinión al gobierno, o incluso aprobar una ley. En esta ciberdemocracia desaparece el debate, el decidir juntos, la noción misma de interés común. Estamos en el extremo opuesto de la democracia directa”. Quien así opina es Giovanni Sartori, un clásico de la ciencia política.
Profesor emérito de la Universidad de Florencia y catedrático de la Columbia University de Nueva York, Sartori es un investigador científico y un sesudo analista de las piezas de la ingeniería política, ha estudiado los sistemas de partidos y su interrelación con los sistemas electorales, evaluando las diferentes variables que interactúan y arrojando conclusiones que marcan, en buena parte, el éxito de los partidos de acuerdo al sistema electoral en donde participan.
Sartori es un estudioso de la democracia. Reflexiona sobre los elementos que la componen, la definen y sobre qué variables pueden considerarse democráticas y cuales no. Su abstracción es de una profundidad que tiene que ver con los valores, escrutando su contenido, sus expresiones en el mundo real y calificando, bajo su óptica académica, qué regimenes se pueden considerar democracias y cuales no.
Por ejemplo, las llamadas democracias populares para Sartori no son democracias. Y esta definición tiene que ver con el criterio de sistema y antisistema y la importancia de los partidos políticos en dicha dicotomía. Este dato es de suma importancia ya que podemos valorar el papel que juega un partido dentro de una democracia formal, si su accionar es en función de fortalecer las instituciones democráticas o, de lo contrario, mina las mismas persiguiendo debilitar el sistema y sacar provecho a la situación. Sartori se fijó en el Partido Comunista Italiano y en los de otros países. Aunque el PCI trabajaba en función del mantenimiento del sistema político italiano, su ideología per se era antisistema y como tal había que considerarlo. Analiza igualmente al Partido Comunista Alemán de la República de Weimar y al Partido Comunista Chileno, obteniendo las mismas conclusiones.
Su análisis del sistema electoral y su relación con los partidos políticos como pilares esenciales de la democracia lo lleva a meditar en profundidad sobre el tema de la ciberdemocracia. La frase que destacamos anteriormente es suficientemente clara y es una advertencia para quienes pretenden utilizar una herramienta -verdaderamente útil y de un significado estupendo en manos de verdaderos demócratas- como una trampa cazabobos, incorrectamente y de manera superficial; evitando el debate profundo y el necesario contacto humano, que siempre le da un sentido diferencial a las posiciones.
Publicado en el Listín Diario 17/09/2008
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