jueves, 4 de diciembre de 2008

Energía para el desarrollo

Energía para el desarrollo
Julio Mariñez


Conquistar el desarrollo económico y social del país es el sueño compartido de todo buen dominicano y para ello es necesario, de manera absoluta, adelantar una política de buen gobierno, como la de un buen padre de familia que se ocupa de atender a la misma.
Hablar de los apagones y del sistema eléctrico nacional, entrar en cifras y estadísticas, ha sido, es y será tema de innumerables escritos, bien sea en la prensa, libros o conferencias y entrevistas. Hemos escuchado argumentos en torno a las pérdidas técnicas y no técnicas, de subsidios y tarifas, de cobertura legal y acceso ilegal, de privatización y estatización; y de otros elementos propios de la industria que en boca de expertos y personajes interesados, colocan la data manipulándola como quien arrima la brasa a su sardina.
Lo cierto es que en República Dominicana tenemos un déficit de energía eléctrica que lacera la dignidad de los dominicanos y dominicanas. Que atenta contra las posibilidades de desarrollo económico y social de la nación. Que sabotea la calidad de vida, trunca sueños y esperanzas. Es una situación insostenible a la que el gobierno tiene que dar una respuesta seria y efectiva. Un país no puede vivir bajo el yugo de la oscuridad. Se requiere de energía continua y confiable para atender la educación. Las escuelas no pueden operar con fallas eléctricas. No puede haber educación nocturna si no pueden encender las luces. Los hospitales sufren las consecuencias de los cortes en el servicio. Hay que imaginarse las angustias de pacientes y familiares al tener una persona conectada a aparatos imprescindibles para la vida y recuperar la salud.
No hay asistencia alterna que ofrezca sosiego frente a tal eventualidad. En el campo de la producción la catástrofe es total. Nuestros productos se encarecen ya que el rubro es demasiado pesado en la contabilidad de costos. De allí que para ser competitivo, el empresario debe reducir gastos y usualmente lo hace con el personal, castigándolo con sueldos de hambre. Al meterle la lupa al tema, encontramos que la energía sorprende en su incidencia negativa inhabilitando al sector productivo como agente que pueda colocar sus productos en el exterior.
Sin energía no hay posibilidades de encontrar la senda del desarrollo seguro, confiable y sustentable. Es tiempo de buscar una solución al tema y esta no puede pasar por la óptica de una agrupación política. Debe ser producto de un acuerdo cuya base de sustentación sea lo suficientemente amplia para lograr el compromiso de los distintos sectores que tienen mucho que aportar a la solución del problema: empresarios, trabajadores, profesionales, usuarios, políticos. El gobierno tiene la palabra.
Sólo con una voluntad patriótica, de consenso y compromiso, lograremos alcanzar la respuesta satisfactoria, en tan delicada materia y, tras ese logro, emprender el camino que garantice a las dominicanas y dominicanos un futuro prometedor. Busquemos pues, entre todos, con la seriedad de la circunstancia, la solución definitiva contra este flagelo que envuelve al pueblo dominicano en una crisis sin precedentes, comenzando el siglo XXI.
¿Será la estrategia de confrontación contra el sector Empresarial Nacional (Conep), desatada por los funcionarios de esa área del gobierno, la solución a la crisis eléctrica del pais? ¿Podría, frente a este cuadro dantesco, hablarse de competetividad internacional? ¡Ojo, la energía es la sangre de la economía!


Publicado en el Listín Diario, 04/12/2008

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