jueves, 11 de diciembre de 2008

Gobiernos sordos y mudos... sólo para algunas cosas

Gobiernos sordos y mudos... sólo para algunas cosas
Julio Mariñez
Se impone un nuevo estilo en la forma de conducir los gobiernos en América Latina, al menos en su obligatoria comunicación con la sociedad: el no informar o evadir temas incómodos.
Tradicionalmente los gobernantes se comunicaban con el pueblo a través de los medios de comunicación. Estos cuestionaban sobre todos los temas, especialmente los más conflictivos, que son los que más audiencia o lectores atraen. Eso es parte de las reglas establecidas en la sociedad de la comunicación a lo que los elementos pasivos de la misma: lectores, televidentes, radioescuchas o internautas, nos hemos acostumbrado; aunque hay signos cada día más fuertes de un sistema interactivo que tenga más en cuenta al usuario de estos medios. Pero ese no es el tema del artículo.
Vemos cómo en las asambleas de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) se denuncia cada vez más a los gobiernos por intentar imponer la agenda informativa, en los casos más democráticos; o de conculcar el derecho ciudadano de tener variedad de opiniones sobre un tema utilizando el amplio espectro de fuentes de información. Sencillamente los gobiernos omiten opinión o buscan cerrar canales de televisión, emisoras de radio, asfixiarlas con el presupuesto publicitario, controlar el suministro de papel o de divisas en aquellos países donde hay control de cambio y otro tanto mas de mordazas, traducidas en censuras. Es el caso de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y otros de América Latina.
El gobierno dominicano, de su parte, tiene sus métodos. Ha hecho presión para que algunos medios se autocensuren o despidan a periodistas y directivos. Ha comprado espacios pagando silencio, alienando voluntades, en fin, cualquier cosa con tal de imponer un discurso acritíco, a favor de su voluntad reeleccionista continuista.
El caso de la matanza de Paya es un ejemplo singular. Un hecho tan notorio y grave es sencillamente obviado por el presidente Leonel Fernández. Pero tampoco habla de la corrupción que carcome los cimientos de la nación y es permitida en el gobierno, lo que la hace digerible para un reducido grupo cómplice de la sociedad. En la lógica del pillo: si el gobierno no la combate o la permite, por qué yo no lo voy hacer. No informa de manera convincente, lo que sucede con el sistema eléctrico nacional, ahora que el petróleo venezolano que está por debajo de los 35 dólares el barril, según anunció la prensa esta semana. Y sigue la crisis financiera del sector. No dice nada de tantos entuertos que trata de ocultar como el avestruz, que colocando la pequeña cabeza en un hoyo y dejando el voluminoso cuerpo a la intemperie, cree que nadie la ve ni se ocuparán de él. Hace falta probidad en el gobierno para bien de todos.
Cada día se hace más necesario medios de información fuerte e independiente de la presión oficial, una fiebre que parece extenderse por el Caribe. De allí que debamos exigir al gobierno que hable de los temas que le interesan al ciudadano y apoyar a los medios que contribuyen a informar veraz y oportunamente a la sociedad. Rechacemos la presión que genera la autocensura y fortalezcamos la cultura democrática y política.

Publicado en el Listín Diario, 10/12/2008

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